La ciencia como cuestión
La ciencia como cuestión: Su abordaje filosófico
J.L.Borges en “El idioma analítico de John Wilkins” nos describe curiosas formas de clasificar el mundo y la experiencia, entre ellas, el monumental intento del obispo inglés del siglo XVII que da nombre al relato. Wilkins quiso establecer una lengua perfecta y universal. Un lenguaje en el que cada palabra se definiría a sí misma y expresara una patente ordenación de las cosas del mundo. Tras describir el mecanismo mediante el cual llevaría a cabo esta tarea el obispo en cuestión, Borges nos relata interesantes catálogos del universo hechos por un emperador chino y por el Instituto Bibliográfico de Bruselas (ver fragmento) y concluye:
“He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos que cosa es el universo (...) Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios. La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que estos son provisorios. El idioma analítico de Wilkins no es el menos admirable de esos esquemas.”
Tal vez este cuento refleje brillantemente algunas de las inquietudes filosóficas más relevantes
¿qué cosa es el universo?
¿podemos conocerlo?
¿cuáles son nuestras herramientas para esa tarea?
¿qué limitaciones tenemos para acometerla?
¿existe un orden en el mundo que nosotros podemos descifrar?
¿o tal vez somos nosotros los que ordenamos el mundo con el fin de poder comprenderlo y manejarnos en él?
Tales inquietudes quizás suenen descabelladas en este tiempo en que la ciencia y la tecnología son algo que, en un sentido, nos son muy familiares, forman parte de nuestra cotidianeidad. Muchos responderían afirmativamente y sin dudar a la mayoría de esas cuestiones puesto que, de hecho, sabemos mucho acerca del mundo que nos rodea, que la humanidad lleva más de veintiséis siglos investigando el universo, que la ciencia avanza día a día develando incógnitas y la tecnología, cada vez más al alcance de la mano de millones de seres humanos, nos provee de herramientas y soluciones que hace unos años eran prácticamente insospechadas. Pero una mirada más atenta, que nos invita a despegarnos de las familiaridades, podría detenerse a preguntar con Borges si la monumental tarea de la ciencia no es una entre otras posibilidades de clasificación del mundo. Esta pregunta es muy importante en filosofía de la ciencia porque apunta a uno de sus problemas capitales: el del criterio de racionalidad es decir ¿qué es racional y qué no? ¿cómo se justifican las ordenaciones y explicaciones del mundo? ¿qué es ciencia y qué no lo es? ¿lo que digo acerca del mundo se corresponde con lo que el mundo es? La lista de interrogantes es mucho más amplia y las respuestas a estas cuestiones no son unívocas.
NOTA: En el prólogo de Las palabras y las cosas Michel Foucault nos cuenta que este relato de Borges le sirvió de disparador de sus relexiones.
Actividad: La filosofía de la ciencia como disciplina metacientífica