Galileo y el libro de la Naturaleza
Galileo y el libro de la Naturaleza
Galileo fue un férreo apologista de la separación entre los campos de saberes que le competían a filosofía natural y a la teología. Ello implicó la puesta en cuestión de la jerarquía de la teología respecto de la filosofía. En la Carta a Cristina de Lorena Galileo afirma que “si la teología, ocupándose de altísimas contemplaciones divinas y residiendo por dignidad en el trono regio, por lo que goza de gran autoridad, no desciende a la s más bajas y humildes especulaciones de las ciencias inferiores, e incluso ni se ocupa de ellas, por no tener nada que ver con la salvación, no deberían sus ministros y profesores arrogarse el derecho de decidir en las profesiones ni ejercidas ni estudiadas por ellos” porque como decía el Cardenal Baronio “la intención del Espíritu Santo era enseñarnos cómo se va al cielo, y no como va el cielo”. Entonces estaban las Sagradas Escrituras, el libro revelado, que versaba sobre la salvación y estaba escrito en clave metafórica y alegórica y más cercana al entendimiento del llanoy el sentido común, y el Libro de la Naturaleza, que estaba escrito en clave matemática. A cada libro le correspondía una interpretación distinta. Si los filósofos obtienen un conocimiento a partir de la certeza sensible (observaciones y experiencias) que contradiga lo que dicen las Sagradas Escrituras, debe prevalecer el conocimiento de la ciencia, porque lo que se aprende mediante experiencias (certeza sensible) y demostraciones (certeza matemática) no es materia opinable, que los ministros de la Iglesia pidan a los científicos a rectificarse de sus propias observaciones y demostraciones “es como pedirles que no vean lo que ven y que no entiendan lo que ellos entienden”. No es que Dios haya escrito dos libros que se contradicen entre sí, pues eso sería afirmar que Dios se contradice a sí mismo, sino que unos hermeneutas (los del libro revelado) quieren invadir un terreno que no le compete (el del libro de la naturaleza) que le corresponde a los filósofos naturales descifrar pues en ese terreno, la ciencia debe ser autoridad y establecer el criterio de verdad.
Lectura recomendada: Galileo Galilei, "Carta a la señora Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana"[1]