Heráclito
Heráclito se destaca entre los filósofos presocráticos por varias razones. Escribió lo que hoy en día identificaríamos como aforismos, sentencias breves, susceptibles de ser interpretadas de diverso modo, que combinan la estructura de la prosa con la densidad semántica de la poesía. Fue apodado, ya en la Antigüedad, a causa de este estilo de escritura, el "Oscuro".
En el centro mismo de su pensamiento se ubica la reflexión acerca del cambio y la estabilidad. La naturaleza, afirma, "ama ocultarse", pues existe una tensión invisible entre términos opuestos que constituye la estructura del ser de cada cosa. Para ilustrar esto, Heráclito recurre a una analogía con un arco o una lira, que existen sólo por la tensión entre la madera y la cuerda. Ahora bien, si uno de los opuestos sobrepasara al otro, la cosa se destruiría. Por eso, para que el cosmos se mantenga en orden, existe una racionalidad inmanente, que Heráclito denomina "lógos", que constituye todas las cosas a modo de una legalidad interna que impide que uno de los opuestos se imponga sobre el otro.
Las imágenes del río
Para ilustrar esta oposición entre permanencia y cambio, Heráclito recurrió a la imagen de un río, el cual, a pesar de renovar su agua continuamente, permanece siendo el mismo. Precisamente, el hecho de que el agua fluya es lo que constituye la condición de posibilidad de su existencia.