El big bang en la red del conocimiento
Estas secciones fueron extractadas de: Miguel, H. 2011. “El big bang en la red del conocimiento” en Pablo Melogno, Pablo Rodríguez y María Salomé Fernández (comp.) Elementos de Historia de la Ciencia. Comisión Sectorial de Educación / Universidad de la República, Montevideo, pp. 391-418.
1. Mapas del universo
Desde tiempos inmemoriales los seres humanos confeccionaron diagramas y mapas del cielo. Una característica fundamental para que esos mapas pudieran ser mejorados, compartidos y utilizados durante años, es que el cielo presenta un paisaje estable que los antiguos describieron con figuras, escenas de caza, y otras composiciones muy imaginativas. Otra característica fundamental es que el cielo nocturno parece desplazarse del este al oeste, de un modo similar a como lo hace el Sol y la Luna. Es decir, no solo hay puesta de sol cada día, sino que hay puesta de Luna y puesta de estrellas. Casi todos estos mapas tenían una presuposición que no se ponía explícitamente en duda: todas las estrellas están a la misma distancia de la Tierra. Esta manera de concebir al universo como un globo con la Tierra en el centro y las estrellas en una gran cúpula fue persistente y, podemos arriesgar, fundada en nuestra más básica percepción. En verdad cuando se observa a lo largo de la noche la Cruz del Sur, o Las Tres Marías (componente de la constelación de Orión) se aprecia que estas estrellas se desplazan a lo largo del cielo nocturno formando un conjunto solidario. Es decir que todas ellas van recorriendo el cielo con el mismo ritmo (figura 1). De hecho, si esto no fuera así, no agruparíamos a tales estrellas en constelaciones. Las constelaciones (Orión, La cruz del sur, Centauro, etc.) son grupos de estrellas en ciertas zonas del cielo, y que podamos encontrarlas fácilmente una y otra vez en noches diferentes nos ha inducido a pensar que todas estas estrellas se desplazan juntas porque forman algo así como un casquete o cúpula que rodea a la Tierra.