La curiosidad humana como motor del conocimiento
A lo largo de la historia, los más destacados pensadores reivindicaron la curiosidad humana como uno de los principales motores del conocimiento (aunque también hay que tener en cuenta, por ejemplo, el deseo de poder). Diariamente, y desde una edad muy temprana, experimentamos curiosidad, si bien es cierto que no todos en el mismo grado ni acerca de las mismas cosas. Sabemos también que satisfacer esa curiosidad puede involucrar tiempo y esfuerzo, de modo que no siempre buscamos las respuestas a las preguntas que nos planteamos. Muchas veces la curiosidad de los científicos se parece mucho a la de los niños pequeños: ¿por qué el cielo es azul? ¿por qué la luna se ve a veces de un tono anaranjado? <ref group="Nota">Texto</ref> ¿por qué vuela un avión? No parecen preguntas muy espectaculares, pero, como dice la canción que figura al comienzo de la pregunta cómo y cuándo comenzó la ciencia, la maravilla del mundo natural es superior a cualquier cosa que el hombre pueda imaginar. Y la tarea de conocerlo, más aventurera que cualquier otra aventura que los hombres hayan llevado a cabo.
Notas
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