La contribución de Copérnico
De acuerdo a la propuesta de Copérnico, la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol en órbitas circulares, mientras que la Luna giraba alrededor de la Tierra acompañándola en su órbita alrededor del Sol. La noción de planeta había cambiado: el Sol y la Luna ya no eran llamados “planetas” y en cambio la Tierra sí lo era.
Figura *** A) Modelo copernicano o heliocéntrico; B) movimiento de rotación de la tierra que explica el día y la noche.
Las dificultades enfrentadas por el modelo copernicano fueron muchísimas y muy graves. Para comenzar, los cálculos con el nuevo modelo eran tan malos como los que se obtenían con el que pretendía reemplazar. La propuesta de que la Tierra se mueve parecía muy absurda, si se toma en cuenta que no sentimos ningún efecto de ese movimiento. Más aún, si la Tierra realiza un movimiento circular alrededor del Sol, entonces desde uno y otro extremo de su órbita (es decir, en enero y en julio, por ejemplo) la visual a la misma estrella debe variar, pero este efecto llamado "paralaje estelar" no se observaba (***figura).
Por otra parte, la física de Aristóteles explicaba la caída de una piedra debido a que la piedra tiene su lugar natural en el centro del universo y, al soltarla, se moverá en dirección a ese punto ya que es su lugar natural. Pero en el modelo de Copérnico, ¿por qué las piedras caen hacia el centro de la Tierra si ya no es el centro del universo?
La física de Aristóteles no estaba hecha para la astronomía de Copérnico. El cuerpo del conocimiento científico se estaba fracturando. Seguíamos usando la física geocentrista, pero comenzábamos a usar la astronomía heliocentrista. Habrían de pasar todavía casi ciento cincuenta años para que volviéramos a tener un panorama unificado de cómo es la naturaleza de los cielos y la Tierra.
Asoma una pregunta con mucho mayor fuerza que las anteriores: ¿qué fue entonces lo que hizo que la propuesta de Copérnico sobreviviera y finalmente prosperara?
La necesidad de confeccionar tablas para la navegación y para la astrología requería un sistema que explicara de forma más adecuada y unificada los movimientos de los astros. También se requería una reforma del calendario, ya que las fechas festivas religiosas se iban corriendo año a año. El modelo de Copérnico parecía promisorio por su simplificación de los movimientos de los planetas, aunque todavía ineficiente en los cálculos. Por otra parte, le daba una preponderancia al Sol que puede haber resultado tentadora para las creencias de la época. Finalmente el sentido estético de la simplicidad del modelo copernicano, en contraposición con el conjunto siempre creciente de movimientos adicionales que había propuesto Ptolomeo, puede haber jugado un papel de extrema importancia en una época en la que el arte nos brindaba figuras como Miguel Ángel, Botticelli y otras. Es de vital importancia destacar el contexto histórico y social que enmarcó la propuesta de Copérnico, ya que de haber sido solamente por el éxito predictivo, el modelo heliocentrista habría perdido la batalla contra el geocentrista, mientras que de hecho fue la semilla de un nuevo pensamiento que, aceptado recién un siglo y medio después, produjo un cambio revolucionario en la ciencia.
Figura. La paralaje de una estrella.
Nicolás Copérnico
(1473-1543) nació en Thorn, Polonia. Fue educado por su tío, un obispo, y comenzó sus estudios de matemática y astronomía en Cracovia, en el año en que Colón llegaba por primera vez a América. Más tarde estudió astronomía, medicina y leyes en Bolonia y en Padua, Italia. Finalmente se instaló en Frauenburg, cerca de la desembocadura del río Vístula, actual Polonia. Allí fue administrador y médico de su catedral. Llegó a ser uno de los economistas más importantes de su época, y Polonia unificó su moneda con Lituania siguiendo una de sus iniciativas. Rechazó la invitación de la Iglesia Romana a participar en un intento de reforma del calendario, ya que todavía no había resuelto el problema de la ubicación del Sol y la Luna a lo largo del año. Durante sus treinta últimos años realizó gran cantidad de observaciones astronómicas y preparó su única y grandiosa obra dedicada al papa Paulo III en 1542: Libro de las revoluciones. Copérnico agonizaba mientras se imprimía su obra. Un pastor luterano le agregó un prólogo (en forma anónima) en el que niega que el movimiento terrestre deba entenderse como real sino que se toma como un artificio de cálculo. Nada más alejado del pensamiento del autor, que había dedicado su vida a la reformulación del sistema astronómico para adecuarlo a la “realidad”. Copérnico recién pudo ver estos primeros ejemplares, con el agregado mencionado, el día de su muerte.