Diferencia entre revisiones de «De los mitos a las teorías científicas»
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En los dos breves fragmentos citados se advierte cómo Anaxímenes eligió un elemento, el aire, como principio constitutivo de todas las cosas. Es decir que todo lo que vemos sería aire en diferentes estados. Los principios de cambio de ese aire serían mecánicos: rarefacción y condensación. | En los dos breves fragmentos citados se advierte cómo Anaxímenes eligió un elemento, el aire, como principio constitutivo de todas las cosas. Es decir que todo lo que vemos sería aire en diferentes estados. Los principios de cambio de ese aire serían mecánicos: rarefacción y condensación. | ||
La comparación entre los textos A) y B) nos proporciona atisbos de las | La comparación entre los textos A) y B) nos proporciona atisbos de las diferencias entre discursos mítícos y científicos. En los últimos desaparece la apelación a la divinidad como recurso narrativo, y se busca armar una explicación más que un relato. | ||
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Revisión del 17:40 18 mar 2012
En la cultura griega ocurrió lo mismo que en diversas otras en los orígenes del pensamiento: los relatos míticos precedieron a las primeras teorías científicas. Y además, en sus comienzos, no existió una diferencia tajante entre el mito y la ciencia, cuya distinción fue obra de una o dos generaciones posteriores.
Comenzaremos primero con la caracterización de los mitos. En el lenguaje cotidiano solemos usar el término "mito" para referirnos a algo falso: "decir que tomar vino luego de comer sandía provoca la muerte es un mito". El sentido de "mito" al que nos estamos refiriendo aquí es algo diferente. Se trata de relatos, de tradición oral, aunque muchos de ellos fueron luego escritos, estéticamente armados, que ofrecen una explicación, a menudo apelando a elementos sobrenaturales, sobre variados temas. Los mitos que nos interesan aquí son los cosmogónicos de la Grecia anterior al siglo VI, es decir, los anteriores al surgimiento de las primeras explicaciones científicas.
Veamos un pasaje de la Teogonía de Hesíodo:
A) "En primer lugar existió el Caos. Después Gea (1) la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los Inmortales que habitan en la nevada cumbre del Olimpo. (En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro). Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos".(2)
El relato ofrece una bella narración acerca de los dioses primigenios: Caos, Tierra (Gea) y Amor (Eros). La presencia del amor erótico es lo que posibilitará que posteriormente se engendren el resto de las divinidades. Ofrece, además, una genealogía común para todos los dioses y los hombres, que serán hijos de la Tierra, e introduce una justificación del poder que el amor tiene sobre mortales e inmortales.
Comparemos lo anterior, con dos fragmentos que hablan de uno de los filósofos de Mileto, Anaxímenes:
B1) "Anaxímenes dijo que el principio es aire infinito, a partir del cual se generan las cosas actuales, pasadas y futuras, y los dioses y las cosas divinas, y lo demás, de las cosas que proceden de aquél." (3)
B2) "Entre los que sostienen que el principio es uno y en movimiento, como Tales y Anaxímenes, al explicar la generación por condensación y rarefacción, sostienen que la condensación y rarefacción son principios contrarior." (4)
En los dos breves fragmentos citados se advierte cómo Anaxímenes eligió un elemento, el aire, como principio constitutivo de todas las cosas. Es decir que todo lo que vemos sería aire en diferentes estados. Los principios de cambio de ese aire serían mecánicos: rarefacción y condensación.
La comparación entre los textos A) y B) nos proporciona atisbos de las diferencias entre discursos mítícos y científicos. En los últimos desaparece la apelación a la divinidad como recurso narrativo, y se busca armar una explicación más que un relato.
Notas
(1) "Gea", en griego, significa "Tierra", personificada aquí como una divinidad.
(2) Traducción de Pérez Jiménez, A. y Martínez Díaz, A., en Hesíodo. Teogonía, Madrid, Gredos, 1982.
(3) Simplicio, Física 180, 14-16 (trad. de AAVV. en Los filósofos presocráticos, Vol. I, Madrid, Gredos, 1982).
(4) DK13, A7 (trad. de AAVV. en Los filósofos presocráticos, Vol. I, Madrid, Gredos, 1982).