Diferencia entre revisiones de «La retrogradación de los planetas»
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A medida que pasan las noches, observando siempre a la misma hora (por ejemplo cuando las Tres Marías se encuentran justo encima del Partenón) encontraríamos que el planeta se ubica en las posiciones 1, 2, 3, ... sucesivamente. | A medida que pasan las noches, observando siempre a la misma hora y desde un mismo lugar (por ejemplo cuando las Tres Marías se encuentran justo encima del Partenón y nosotros ubicados con nuestra silla todas las noches en el mismo lugar) encontraríamos que el planeta se ubica en las posiciones 1, 2, 3, ... sucesivamente. | ||
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Durante varias noches el plantea retrogradaba de modo que se adelantaba para finalmente retomar su velocidad de retraso habitual. | |||
Otro detalle que se sumaba al complejo problema era que durante la retrogradación los planetas se apreciaban con mayor brillo, lo cual indicaba que lo hacían a una menor distancia de la Tierra. | |||
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Revisión del 23:17 27 feb 2012
De acuerdo con el geocentrismo, las estrellas fijas (las que formaban constelaciones) giraban en torno a la Tierra que estaba ubicada en el centro del universo. La esfera de estas estrellas fijas arrastraba al resto de las esferas concéntricas interiores. En cada una de estas esferas estaba "empotrado" uno de los planetas (según esta cosmovisión: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Dado que cada esfera era arrastrada por las esferas exteriores en un movimiento eterno de velocidad angular constante, no podía haber cambios en esos movimientos. Según este modelo defendido por Aristóteles, entre otros, los astros errantes (planetas) debían moverse de este a oeste como el resto de las estrellas, pero no al mismo ritmo. Así, cada planeta se vería noche a noche un poco más atrasado respecto de las constelaciones de fondo. Si utilizáramos la constelación de Orión (donde se encuentran Las Tres Marías) para registrar el movimiento de los planetas, podríamos tomar nota de en qué lugar del cielo se encuentra el planeta Marte, por ejemplo, en cada noche del mes y del año. A medida que pasan las noches, observando siempre a la misma hora y desde un mismo lugar (por ejemplo cuando las Tres Marías se encuentran justo encima del Partenón y nosotros ubicados con nuestra silla todas las noches en el mismo lugar) encontraríamos que el planeta se ubica en las posiciones 1, 2, 3, ... sucesivamente.
Sin embargo se conocía el problema de la retrogradación de los planetas. Los planetas de cuando en cuando tenían un movimiento que los hacía adelantarse respecto de su retraso habitual. Todo parecía indicar que durante cierto lapso recorrían el cielo más rápidamente que las estrellas fijas que los estaban arrastrando. Esto planteaba una observación anómala para el modelo según el cual cada planeta está empotrado en una esfera que realiza movimientos circulares siempre con la misma velocidad. Durante varias noches el plantea retrogradaba de modo que se adelantaba para finalmente retomar su velocidad de retraso habitual. Otro detalle que se sumaba al complejo problema era que durante la retrogradación los planetas se apreciaban con mayor brillo, lo cual indicaba que lo hacían a una menor distancia de la Tierra.
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