Diferencia entre revisiones de «Parménides»
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Estamos en el siglo VI AC, en la Magna Grecia (hoy Italia). En diversos lugares de ella, así como en Mileto y otras ciudades griegas habían comenzado, de modo incipiente, a desarrollarse diferentes propuestas para explicar la naturaleza. En la ciudad de Elea, en la costa occidental de la Magna Grecia, un pensador escribe un poema en el que por vez primera se plantea en Occidente el problema del ser.<ref> Lamentablemente sólo se han conservado fragmentos del poema, algunos extensos, pero otros de una sola línea. Al parecer, el último que tuvo a su disposición el poema completo fue Simplicio, en el siglo VI DC. </ref> | Estamos en el siglo VI AC, en la Magna Grecia (hoy Italia). En diversos lugares de ella, así como en Mileto y otras ciudades griegas habían comenzado, de modo incipiente, a desarrollarse diferentes propuestas para explicar la naturaleza. En la ciudad de Elea, en la costa occidental de la Magna Grecia, un pensador escribe un poema en el que por vez primera se plantea en Occidente el problema del ser.<ref> Lamentablemente sólo se han conservado fragmentos del poema, algunos extensos, pero otros de una sola línea. Al parecer, el último que tuvo a su disposición el poema completo fue Simplicio, en el siglo VI DC. </ref> | ||
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En esta sección ofrecemos diferentes caminos para quienes deseen saber más sobre el pensador eleata. Uno de los temas que más se ha dejado de lado, tradicionalmente, en los manuales de filosofía, pero que últimamente ha suscitado el interés de los estudiosos de Parménides es la ciencia parmenídea. En la Antigüedad, numerosos pensadores mencionaban a Parménides entre la lista de los físicos destacados. <ref> Jámblico menciona, en el siglo IV dC, que todos los que quieran estudiar ciencia física no pueden evitar mencionar a Parménides (v. Pyth. 166= DK | En esta sección ofrecemos diferentes caminos para quienes deseen saber más sobre el pensador eleata. Uno de los temas que más se ha dejado de lado, tradicionalmente, en los manuales de filosofía, pero que últimamente ha suscitado el interés de los estudiosos de Parménides es la ciencia parmenídea. En la Antigüedad, numerosos pensadores mencionaban a Parménides entre la lista de los físicos destacados. <ref> Jámblico menciona, en el siglo IV dC, que todos los que quieran estudiar ciencia física no pueden evitar mencionar a Parménides (v. Pyth. 166= DK, A4). </ref> | ||
== | '''Astronomía parmenídea''' | ||
No poseemos fragmentos y testimonios suficientes para esbozar una reconstrucción completa de la cosmología parmenídea, de modo que debemos contentarnos con algunos de sus detalles. Desde luego, para Parménides, conforme a lo visto antes, la astronomía tendría el status de opinión y no de verdad. | |||
Sabemos, por ejemplo, que se preocupó por cuestiones cosmológicas y astronómicas, como era común en los científicos de su tiempo. Afirmaba que el cosmos era limitado y esférico, y que la Tierra también lo era. <ref> Así aparece en el testimonio A1 en la edición de Diels y Kranz. </ref> Se conserva un fragmento suyo que afirma que la luz de la luna no es propia sino que refleja la del sol. No sabemos si fue el primero en plantear esta afirmación (también se le atribuía a Tales, quien tuvo influencias babilonias, y a Pitágoras), aunque sí podemos mencionar que Jenófanes de Colofón, uno de sus predecesores, lo negaba. Es decir, es posible pensar que en el siglo VI estaba instaurada una polémica acerca del origen de la luz de la luna, y que Parménides había tomado posición acerca de ello, constituyéndose en el antecesor de las teorías cosmológicas posteriores, como la de Eudoxo, que retomaba esta afirmación. | |||
La tradición antigua le atribuye a Parménides haber sido el primero en plantear la esfericidad de la tierra. A diferencia de la cosmología propuesta por Aristóteles dos siglos más tarde, y que se constituirá en el primer paradigma cosmológico de la ciencia, Parménides, igual que muchos presocráticos, sostuvo que la Tierra, la Luna, el Sol y la Vía Láctea no son eternos, sino que se originaron en algún momento (DK, B11).<ref> Acerca de esto se pueden consultar los artículos de Casertano, Cerri y Mourelatos en el volumen editado por el profesor argentino Nestor Cordero, en ''Parmenides.Venerable and Awesome'', Las Vegas, Parmenides Publishing, 2011 </ref>. Más allá de esta diferencia con el sistema aristotélico, subyace una profunda semejanza: Parménides también había adoptado un punto de vista geocentrista (DK, A37). | |||
Se le ha atribuido, además, el descubrimiento de que que el lucero matutino y el vespertino son el mismo cuerpo celeste, si bien, como ocurre con muchas otras de sus afirmaciones, también había sido adjudicado a Pitágoras.<ref> La fuente antigua de esta afirmación es Diógenes Laercio, 9, 23 (=A1 DK).</ref>. Es también bastante posible que el nombre de "Afrodita", la diosa del amor, para ese planeta haya sido invención parmenídea. Se impuso, luego, el nombre que los romanos daban a Afrodita: Venus.<ref> Anteriormente se llamaba "Eosforo" al lucero matutino y "Hespero" al vespertino. A este último se le atribuían poderes afrodisíacos, sobre todo respecto de los recién casados, lo cual queda parcialmente recuperado en el nombre de "Afrodita".</ref> | |||
Ahora que se han visto algunos detalles de la cosmogonía parmenídea, el lector moderno puede preguntarse cuál era la base de Parménides para sostener estas afirmaciones, ya que no estaba en condiciones de poner a prueba su teoría, realizando predicciones y confrontando a éstas con los hechos. Para pensar este interrogante, sería necesario, en primer lugar, tener en cuenta algunas consideraciones acerca de la [[ciencia antigua]]. | |||
==Notas== | |||
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Revisión actual - 20:54 23 may 2020
Estamos en el siglo VI AC, en la Magna Grecia (hoy Italia). En diversos lugares de ella, así como en Mileto y otras ciudades griegas habían comenzado, de modo incipiente, a desarrollarse diferentes propuestas para explicar la naturaleza. En la ciudad de Elea, en la costa occidental de la Magna Grecia, un pensador escribe un poema en el que por vez primera se plantea en Occidente el problema del ser.<ref> Lamentablemente sólo se han conservado fragmentos del poema, algunos extensos, pero otros de una sola línea. Al parecer, el último que tuvo a su disposición el poema completo fue Simplicio, en el siglo VI DC. </ref> Parménides entiende que lo que todas las cosas tienen en común es que son, esto es, el hecho de ser. Y sostiene entonces que si afirma de las cosas que son, que son, no puede más que obtenerse un discurso verdadero. Uno puede pensar que no se gana mucho conocimiento al afirmar de las cosas que son, que son, sino que sólo se está repitiendo dos veces lo mismo, pero lo que ocurre es que Parménides está realizando la primer gran abstracción que un pensador se arriesgó a pensar: la abstracción del ser. Aristóteles dirá, dos siglos más adelante, que la "ciencia del ser", es decir la metafísica, estudia "lo que es en tanto que es", siguiendo la ruta abierta por Parménides, que lleva más de 26 siglos de vigencia.
Hay una pregunta que gran parte de los lectores se estará haciendo en este momento: ¿y qué pasa si digo, de las cosas que son, algo diferente? (lo cual, convengamos, es lo que hacemos todos) Bueno, el problema ahí, dice Parménides, es que ya no podemos afirmar que estamos diciendo algo verdadero, sino que estamos expresando una opinión. Lo interesante es que no se conformó con afirmar esto, sino que, además, sostuvo que no todas las opiniones son iguales, sino que hay algunas mejores que otras. Esto, que parece muy obvio para un lector contemporáneo, inaugura distinciones gnoseológicas muy importantes: conocimiento/opinión; opinión fundada/opinión irreflexiva, carente de fundamentos.
El desafío de Parménides
Con este planteo, Parménides dejó planteado un desafío a los pensadores posteriores, ya que sostuvo que acerca de la naturaleza no se puede tener genuino conocimiento, sino solamente opinión. El mismo se dedicó al estudio de la naturaleza, sosteniendo que sus opiniones eran mejores que las del común de los hombres, pero negando que se pueda alcanzar la verdad. En uno los fragmentos que se conservan de este pensador de hace más de 2500 años afirma que la luz de la luna no es propia, sino que proviene del sol.
Dejamos algunos interrogantes planteados:
1) ¿Parménides sería un autor que tenía que ser superado para que se pueda sostener la existencia de la ciencia natural?
2) ¿Se podría ver adelantado en su pensamiento una reflexión sobre la imposibilidad de que la ciencia alcance verdades absolutas?
3) ¿Qué tipo de verdad es la que está involucrada en la afirmación "las cosas que son, son"?
Para profundizar
En esta sección ofrecemos diferentes caminos para quienes deseen saber más sobre el pensador eleata. Uno de los temas que más se ha dejado de lado, tradicionalmente, en los manuales de filosofía, pero que últimamente ha suscitado el interés de los estudiosos de Parménides es la ciencia parmenídea. En la Antigüedad, numerosos pensadores mencionaban a Parménides entre la lista de los físicos destacados. <ref> Jámblico menciona, en el siglo IV dC, que todos los que quieran estudiar ciencia física no pueden evitar mencionar a Parménides (v. Pyth. 166= DK, A4). </ref>
Astronomía parmenídea
No poseemos fragmentos y testimonios suficientes para esbozar una reconstrucción completa de la cosmología parmenídea, de modo que debemos contentarnos con algunos de sus detalles. Desde luego, para Parménides, conforme a lo visto antes, la astronomía tendría el status de opinión y no de verdad. Sabemos, por ejemplo, que se preocupó por cuestiones cosmológicas y astronómicas, como era común en los científicos de su tiempo. Afirmaba que el cosmos era limitado y esférico, y que la Tierra también lo era. <ref> Así aparece en el testimonio A1 en la edición de Diels y Kranz. </ref> Se conserva un fragmento suyo que afirma que la luz de la luna no es propia sino que refleja la del sol. No sabemos si fue el primero en plantear esta afirmación (también se le atribuía a Tales, quien tuvo influencias babilonias, y a Pitágoras), aunque sí podemos mencionar que Jenófanes de Colofón, uno de sus predecesores, lo negaba. Es decir, es posible pensar que en el siglo VI estaba instaurada una polémica acerca del origen de la luz de la luna, y que Parménides había tomado posición acerca de ello, constituyéndose en el antecesor de las teorías cosmológicas posteriores, como la de Eudoxo, que retomaba esta afirmación. La tradición antigua le atribuye a Parménides haber sido el primero en plantear la esfericidad de la tierra. A diferencia de la cosmología propuesta por Aristóteles dos siglos más tarde, y que se constituirá en el primer paradigma cosmológico de la ciencia, Parménides, igual que muchos presocráticos, sostuvo que la Tierra, la Luna, el Sol y la Vía Láctea no son eternos, sino que se originaron en algún momento (DK, B11).<ref> Acerca de esto se pueden consultar los artículos de Casertano, Cerri y Mourelatos en el volumen editado por el profesor argentino Nestor Cordero, en Parmenides.Venerable and Awesome, Las Vegas, Parmenides Publishing, 2011 </ref>. Más allá de esta diferencia con el sistema aristotélico, subyace una profunda semejanza: Parménides también había adoptado un punto de vista geocentrista (DK, A37). Se le ha atribuido, además, el descubrimiento de que que el lucero matutino y el vespertino son el mismo cuerpo celeste, si bien, como ocurre con muchas otras de sus afirmaciones, también había sido adjudicado a Pitágoras.<ref> La fuente antigua de esta afirmación es Diógenes Laercio, 9, 23 (=A1 DK).</ref>. Es también bastante posible que el nombre de "Afrodita", la diosa del amor, para ese planeta haya sido invención parmenídea. Se impuso, luego, el nombre que los romanos daban a Afrodita: Venus.<ref> Anteriormente se llamaba "Eosforo" al lucero matutino y "Hespero" al vespertino. A este último se le atribuían poderes afrodisíacos, sobre todo respecto de los recién casados, lo cual queda parcialmente recuperado en el nombre de "Afrodita".</ref>
Ahora que se han visto algunos detalles de la cosmogonía parmenídea, el lector moderno puede preguntarse cuál era la base de Parménides para sostener estas afirmaciones, ya que no estaba en condiciones de poner a prueba su teoría, realizando predicciones y confrontando a éstas con los hechos. Para pensar este interrogante, sería necesario, en primer lugar, tener en cuenta algunas consideraciones acerca de la ciencia antigua.
Notas
<references />